Blogia
Molvízar

Antonio Ramón Ramón

                   Poco a poco vamos completando la biografía de este paisano que hasta ahora era totalmente desconocido para nosotros, pero que es muy popular en gran parte del mundo, sobre todo en América.

                   Vamos a regresar al día de los hechos, en el que nuestro paisano se venga de la muerte de su hermano asestándole cuatro puñaladas al general que mandó disparar contra los huelguistas, entre los que se encontraban mujeres y niños, se estima que en la masacre murieron unas 3600 personas. Esta fue la declaración de nuestro paisano ante las autoridades que lo atraparon poco después del hecho: (El Mercurio de Santiago, martes 15 de Diciembre)

Parte oficial de la 4ª. Comisaría.

Antonio Ramón Ramón, gañán, de 34 años de edad, de nacionalidad española, soltero y domiciliado en la Avenida Viel 1882, pieza número P, aprehendido hoy a las 10:35 a.m., por el guardián del Parque Cousiño, Crisóstomo Leiva, en circunstancias que huía por la Avenida Rondizzoni, y era perseguido por los señores Guillermo Torres, Viel 1235, y Domingo Salvo, misma calle, número 1859, pasó a disposición de V.S. por ser el autor de las heridas causadas, con daga, al general del Ejército don Roberto Silva Renard, en los momentos que éste se dirigía a la Fábrica de Cartuchos, de donde es director.

El hecho ocurrió en la Avenida Viel entre Rondizzoni y el Pasaje Baltra, frente a la casa número 1845, habitada por la señora Casimira Saavedra, quién presenció el hecho y salió a la calle dando voces de socorro, al mismo tiempo auxiliaba al señor Silva Renard, quién fue llevado momentos después a la Fábrica de Cartuchos, donde tiene su domicilio, siendo atendido por el médico de dicho establecimiento, don Enrique Valenzuela R.

El inspector don Antonio Vega, de esta sección, que oportunamente acudió al lugar del suceso, y tomó las primeras providencias del caso, interrogó al detenido Ramón en presencia del capitán de la Fábrica de Cartuchos, don Luis Cabrera y empleados y soldados de la misma, escribiente don Alberto guerra, empleado de oficina de Hugo Simuvisky y Braulio Arriagada, Zacarías Cea y Manuel San Martín, los tres últimos soldados; y dijo Ramón que él había dado de puñaladas al señor Silva Renard porque en los sucesos de Iquique había visto caer muerto a un hermano de él; y que hacía tiempo andaba persiguiendo al general para vengar la muerte de su hermano.

La señora Saavedra y el señor Torres, antes citado, aseguran que el general Silva Renard fue atacado por la espalda. Según declaración del señor Torres, el hechor iba acompañado de dos individuos más, que huyeron. El hechor pasó a la Cárcel de orden de V.S, y la daga con que ejecutó, al Instituto de Higiene, también de orden de V.S. La daga en referencia fue encontrada por Saavedra en el mismo lugar donde ocurrió el hecho.

Debo hacer presente a V.S. que el aprehensor encontró sitio del suceso el frasco que adjunto, cuyo contenido Ramón se había bebido creyendo que era estricnina, porque esta sustancia la había comprado en la República de Argentina con la intención de envenenarse después de ejecutar su venganza. Acompaño también la vaina de la daga que fue encontrada en un bolsillo del pantalón de Ramón; una navaja de afeitar, una libreta de matrícula de gente de mar a favor de Fabián Fernández, especies que fueron encontradas en su domicilio. Tres botellas y un vaso, conteniendo líquidos, un jarro de lavatorio, un estuche con elementos de afeitar y un libro de medicina que de orden de V.S. fueron llevados a su presencia a la Fábrica de Cartuchos, quedaron en este establecimiento.

El hechor presenta contusiones y heridas en la cabeza, por lo que fue atendido en la citada Fábrica, de donde se mandó a la Cárcel Pública de orden de V.S. Quedaron citados para comparecer ante V.S. el guardián aprehensor y los testigos nombrados. El cuarto que ocupa Ramón está cerrado y con herradura.

Antonio Ramón conducido por soldados (El Mercurio)

Artículo publicado en "El Mercurio" el 15 de diciembre de 1914.

No terminaremos la exposición de los hechos, sin protestar de una acción censurable. Después de estar aprehendido por la policía el hechor del atentado, un capitán de ejército sacó su espada y propinó una de golpes a Ramón, quedando en estado por demás digno de lástima, y se nos asegura que estas heridas puedan tener algunas complicaciones. El expresado capitán no debía haber manchado su espada en un individuo que ya lo estaba bastante por el acto cometido.
Es digno de censura este proceder, y basta.

En una pieza de la guardia de la Fábrica de Cartuchos y sentado en el suelo, con las manos atadas por la espalda y las piernas aprisionadas por grillos, el hechor Ramón observa con actitud tranquila y resignada cuanto ocurre a su alrededor. En su cara, medio bronceada por el sol y la intemperie, se destacan sus ojos claros, pequeños y escrutadores (…)
- ¿Cuánto tiempo residías en Santiago?
- Más o menos tres meses. Anteriormente estuve en Valparaíso, trabajando en la Casa Molfino, y al presente estaba ocupado en ésta, en las obras del alcantarillado en los Arsenales de Guerra.
- ¿Tienes algunos amigos que te hayan aconsejado?
- Absolutamente ninguno. Procedí por mi cuenta. Un hermano mío murió en los sucesos de la Plaza Santa María en Iquique (sic) y ustedes comprenderán…
- ¿Y el veneno?
- Lo adquirí en la República Argentina, en mi último viaje que efectué en parte a pie, pero veo que me han engañado. La daga también la adquirí en la Argentina, y la he conservado siempre como arma de defensa, pero nunca la he empleado contra mis semejantes.

Continuará...

0 comentarios